Notable película de cine ruso, “Masacre:
Ven y mira” (Idi i smotri / Come and see, 1985) de Elem Klimov, muestra los
horrores por los que pasa un joven campesino, casi un niño, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Al cumplirse cuarenta años dela
victoria aliada en esta guerra (1945), el gobierno soviéticodecidió celebrarlo con una película que recordara a los vencedores pero sin olvidar la violencia extrema que sufrieron al ser invadidos por las tropas de Hitler en 1941.
El director Elem Klimov logró una obra maestra a pesar de tratarse de una película de encargo. Partiendo desde el punto de vista del protagonista (Floryan), un adolescente bielorruso quien a pesar de los ruegos de su madre se une a las tropas que se enfrentan a los nazis. Esta decisión se simboliza en un viejo rifle que encuentra enterrado y que lo acompañará durante toda la película. Al poco tiempo de partir, su aldea sería arrasada, perdiendo a toda su familia.
Lo primero que llama poderosamente la atención son los primeros planos que miran frontalmente a la cámara, mostrando largamente las expresiones de los personajes. Sean víctimas o asesinos, las miradas de estos se incrustan en la mente y es dificil olvidarlas incluso luego de haber terminado la pelicula.
El uso de este tipo de planos permitirá ver con calridad como Floryan envejece en poco tiempo debido al dolor y la contemplación de los horrores de la guerra.
El sonido contribuye a la sensación de amenaza y peligro. El director Klimov logra esto con el ruido proveniente de un avión bombardero alemán, que aparece surcando el cielo como preludio cada vez que se acerca el enemigo. Las explosiones en un momento dejarán casi sordo a Floryan.
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